Buzón

Si queréis dejar vuestra dedicatoria para Cesc enviadla a la siguiente dirección:

cescaldea@cescaldea.com

En breve la veréis publicada en esta página.

6/5/09

Josep Herrero Nicolàs

Una compañera de EGB del colegio Samuntada me ha dado a conocer esta web.

Cuando me ha hablado de Cesc fácilmente me han venido a la mente recuerdos de aquel profesor que de forma clara, apasionada y sincera nos hizo, aunque sólo fuera por un año, amar la asignatura de Lengua Catalana.

Ciertamente estuvo poco tiempo en nuestra escuela pero no exagero si digo que nos marcó mucho más que otros profesores que tuvimos durante años.

Gracias por hacerme recordar aquellos momentos.

   

14/10/08

Imma Cobano

Acabo de encontrar esta web por casualidad y me ha llenado de recuerdos.

Yo fui alumna de Don Cesc en el colegio Josep Ventalló i Vintró. Él me enseñó mis primeras palabras en catalán y a amar esta lengua para mí desconocida hasta entonces. Con él leí mi primer libro en catalán “La trágica historia de Miguel Kolhas” y años después de su muerte, en una clase del CIC, empecé a descubrir que aquel profesor, que tuvimos tan poco tiempo, también era un poeta y que no había tenido la oportunidad de enseñarnos su obra, quizás por nuestra juventud, quizás porque no tuvo tiempo. Quién sabe…  Pero hoy, a mis 42 años acabados de cumplir, aún lo recuerdo de una manera muy especial.


El más profundo recuerdo para Don Cesc.


   

26/05/08

Mª Carmen Sánchez

 

Don Cesc

       El recuerdo más preciado de tu infancia en el colegio es lo que aprendes y quien te lo enseña. Pasamos más horas en el colegio que en nuestra casa y, aunque no sea igual, los profesores nos hacen de padres, porque te enseñan educación, solidaridad, afecto y muchas materias.

      Recordar a todos los profesores que tuve me hace sentir añoranza de aquellos años de mi infancia. Uno de ellos era nuestro profesor de catalán, porque antes no se hablaba en todas las asignaturas en catalán como ahora lo  hacen nuestros hijos.

      A Don Cesc, como así lo llamábamos, le teníamos mucho aprecio y cuando se fue del colegio lo sentimos mucho.

      Recuerdo que fuimos de excursión, al Centro Cultural de Terrassa, en el autobús de línea y, bajando por la estación del Norte, vimos a Don Cesc que iba hacia la Rambla andando. Empezamos a gritar y a llamarlo, él nos miró extrañado y cuando se dió cuenta de que éramos nosotros , sus antiguos alumnos, sonrió.

    Cuando bajamos del autobús, nos abrazó y estuvimos hablando un rato con él, de cómo nos iban las cosas, y ya no lo volvimos a ver...

     Al poco tiempo nos enteramos de la trágica notícia y algo de nosotros se fue con él.

       
       PD : Te queremos mucho Don Cesc.
         

Una alumna de 41 años que no te olvida.

 

        

 

   

10/05/08

Inma Rosa Santos

 

 

PARA CESC ALDEA

Mirad hacia la frontera del Mar.
¿Veis una Luz brillar?
Es Cesc Aldea que nos indica
su Libertad.
No lloréis por Él, no estéis tristes,
Pues ÉL nos ilumina con su gracia y su bondad.
No le lloréis pues hacéis tempestad.
No estéis tristes
pues la mar no se calmará.
Pensad en ÉL, pero sin llorar.
Recordadlo con su sonrisa y reiréis con ÉL.
Pensad en Él cuando nos enseñaba el catalán,
su lengua natal.
Recordadlo siempre
y tenedlo en vuestros corazones.
Recordadlo siempre
pues Él es una piedra preciosa
Difícil de olvidar.

Yo recuerdo a Cesc como un profesor sin igual, un profesor del que nunca te podrás olvidar.
Me acuerdo que yo estaba en segundo de E.G.B. cuando le conocí. La verdad es que ha llovido bastante desde entonces pues tenía 7 años y ahora voy para 38, pero me sigo acordando de Él como si no hubiesen pasado los años.

Estoy casada con un alumno suyo y siempre que hablamos de Él nos contamos lo mismo y se lo contamos a nuestros hijos.
Me cuenta que Cesc llevaba algunas veces un jersey azul marino con coderas  y hombreras y que él siempre se lo pedía. Cesc siempre le contestaba que no podía dárselo porque era del Cuerpo de Bomberos.

Él lo recuerda como un “profe” estupendo, muy difícil de olvidar.

No estuvimos mucho tiempo con ÉL, por desgracia, pero ese tiempo nos ha marcado muchísimo. No cambio esos recuerdos por  nada del mundo.
 
Cesc era, ES, un hombre que ha dejado huella en muchísimas personas, alumnos, compañeros …

Desde aquí Cesc te mando 50.000 besos y abrazos como los que tú nos dabas.

   

01/05/08

Mª Esperanza Rosa Santos

RECUERDO INOLVIDABLE

 

Intentaré describir lo mejor posible los sentimientos que una niña sentía hacia su profesor.

¡Me alegro tanto de poder compartirlo con alguien tan allegado a él!...

Recuerdo con mucha añoranza aquellos años en el Colegio Josep Ventalló i Vintró.

Fueron los años más felices de mi enseñanza; según recuerdo: los más emotivos.

Era yo una cría cuando Cesc entró en mi vida y comenzó a formar parte de ella.
Cada día antes de comenzar las clases, me cogía entre sus brazos y dulcemente acercaba sus labios a mi mejilla dándome un beso de buenos días.
Me sentía tan privilegiada, agradecida y feliz por ello, que cada día esperaba recibirlo como el que espera recibir un gran regalo; afortunadamente así fue: doy gracias a la vida.

Cada abrazo suyo, cada beso, lo fui guardando en mi pequeño cofre, para llevarlo siempre conmigo allá dónde estuviese pues el tesoro más preciado se guarda en el corazón.

Aún todavía, cuando entro en el colegio creo revivir aquellos lejanos pero tan arraigados momentos. Es por ello que no puedo evitar estar dolida y recelosa con el destino, por habérnoslo arrebatado tan pronto.

No se si habré expresado adecuadamente mis sentimientos, lo que sí sé es que he escrito escuchando mi corazón.

  P.D  Hazme un sitio marinero…
         Hazme un sitio en tu velero
         Surcaremos juntos ese gran océano que es el Cielo.
        Echaremos el ancla en la isla de Los Deseos.
       Así volveremos a vivir aquellos dulces momentos…

 

 

Tu alumna Mª ESPERANZA Rosa Santos  de 38 años

Nunca te olvidaré : Has sido, ERES y SERÁS
ALGUIEN muy especial en mi vida.
Siempre te querré.

 

   

23/04/08

Carmen González

 A CESC,    
  Poeta y Maestro
     

Se fue alejando un velero

Se fue alejando un velero
Entre las olas del mar.
Lleva una bandera blanca
pues va buscando la PAZ.

En su mástil lleva un nombre
-POESÍA Y EMOCIÓN-
ya que allende de los mares
tal vez está su ilusión.

No lloreis -Se oye a lo lejos-

pues un día VOLVERÉ
Yo voy buscando palabras
de las que aquí no encontré.

PALABRAS DE AMOR Y VIENTO
PALABRAS AZUL DE MAR
PALABRAS QUE UN DÍA EXPLIQUEN
POR QUÉ UN POETA SE VA.

Navega ya el MARINERO
ya se aleja en alta MAR.

Y AQUÍ VARADOS EN TIERRA
sentimos su poesía
Y leyendo sus poemas
suena  su VOZ en el mar. . .

 

 

   

23/04/08

Carmen González

 

 

 

En recuerdo de CESC ALDEA

El verano de 1982 se fue Cesc, el maestro, el compañero, el poeta.
Se fue demasiado pronto, pero nos dejó sus poemas, su recuerdo.
Su vida estará siempre ligada a la historia de la escuela Josep Ventalló.
Tu sonrisa es el RECUERDO –siempre presente- de una mirada azul, serena, amable, dulce y a veces triste…
Te conocí cuando llegué a Catalunya –como hacían en aquellos tiempos muchos maestros- de una lugar lejano, de otra cultura, de otra lengua…
Te recuerdo cada día en la puerta de la escuela esperando abrir las puertas con aquel “mono” azul o una chaqueta azul. ¿Por qué será que siempre te recuerdo en azul? Eras la cara amable y guapa de esta escuela llena de gente joven, entusiasta, con empuje. Trabajábamos con tanto esfuerzo como de alegría.
Al finalizar los claustros apuntábamos en la pizarra quién iría ese viernes a La Paloma.
Éramos tantos, ¡47!, que no cabíamos en la sala de profesores. Estábamos allí haciendo piña como en un castillo. Eso sí, teníamos interminables discusiones pedagógicas, peleas dialécticas, pero todo quedaba allí- como hacen los buenos jugadores que acaban la lucha cuando finaliza el partido-.
Después en La Paloma: “Camarera”, “Viaja con nosotros”, -con Juan Ramón y Montse Clavería al frente- “Jóvenes, éramos tan jóvenes”
Luchábamos por una nueva escuela para el barrio y, ¡quién lo iba a decir!: llevaría tu nombre. Una escuela en forma de barco que lleva tu nombre como bandera. Pedir tu nombre para la Escuela fue el sentido homenaje de unos compañeros y compañeras consternados por tu muerte. Ningún otro nombre sería posible para ella.
Han pasado los años y las cosas ya no son como antes. Algunos se han marchado, demasiado pronto, como tú, a ese lugar tan misterioso –Juan Ramón, Sefa, Ángel Ezquerra. Otros como Montse Clavería, Joan Marsal y Mercedes gozan ya de una plácida jubilación. Algunos como Joan Corner, Pep Pintó, Jesús Viñas, Manel Pérez o Marisa Leciñena ocupan diferentes cargos en la Administración de Educación.
También están los que siguen el mismo camino pero en otras escuelas como Carmen García, Rosa Castaño, Imma Amorós, José Manuel Fuentes, Isabel Robles, María Puig o Ángel Claramonte.
De otros no sabemos qué ha sido de ellos…
Y aquí, en la misma escuela, como vigías de un tiempo, sólo quedamos José Luis y “las Cármenes” llenando la vida de recuerdos.
El oficio de maestro ha cambiado mucho. Lo han llenado de burocracia y ahora debemos dedicar más tiempo a rellenar papeles que a conocer a los niños y niñas, y a gozar con ellos y por ellos.
Sólo una cosa sigue intacta: la puerta en la que esperamos cada mañana para abrir, los niños que entran con ilusión para comenzar un nuevo día, algunos de los cuales son hijos o hijas de aquellos a quienes tu enseñaste y aún te recuerdan
Muchos días aún te veo allí. Y en tus poemas. Porque como escribió Cicerón “la vida de los que han muerto está en el recuerdo de los vivos”.
Y tú vives en nuestro RECUERDO.

 

Cuando un barco se va
no desaparece para siempre
sólo se pierde detrás del horizonte

 

 

 

07/04/08

José Manuel Fuentes

Hola: soy José Manuel y en el curso del 80-81 trabajé con Cesc en el CEIP Josep Ventalló de Terrassa. Cuando leí la página me emocionó. A petición de algunos compañeros del Ventalló que le conocieron, y por deseo propio, he escrito esta pequeña crónica como homenaje y en su recuerdo.

 

CESC ALDEA EN EL RECUERDO Y EN EL CORAZON

A Cesc Aldea le conocí en el curso 1980-81 cuando trabajaba en la Escuela Josep Ventalló como maestro de catalán. Yo acababa de llegar al centro y tardé un tiempo en aclimatarme. El colegio era inmenso y había cuatro o cinco aularios llenos de niños, repartidos por el barrio por lo que resultaba difícil conocer a todos los maestros y maestras que había en el centro.

En aquellos tiempos en el colegio había un buen ambiente entre los maestros y maestras y los viernes solíamos salir a bailar. Nos juntábamos en algún punto de Barcelona: la primera vez fue en el viejo Zurich de la plaza Catalunya. Allí me encontré a Montserrat, la que meses después sería mi esposa, y fue ella quien me lo presentó. Al hacerlo creo recordar que dijo que también era poeta, refiriéndose a Cesc. Supongo que era una bonita forma de presentármelo, ya que yo también escribía poesía. La primera vez que salí con el grupo fuimos a bailar a una sala que no sé si ha desaparecido que se llamaba La Seca, cerca del mercado del Borne. Recuerdo que pasamos la mayor parte de la noche hablando de poesía y de poetas, mientras la gente bailaba y se divertía. Fue nuestro primer encuentro literario, si se podía decir así, y así surgió una amistad y una admiración mutua, acompañada de una complicidad sustentada en la poesía.

A la salida de la sala, recuerdo que tuvimos que empezar a correr porque algunos vecinos nos empezaron a tirar calderos de agua mezclados con lejía. Era su manera de protestar por el ruido y la algarabía que se había formado.

A partir de aquel primer encuentro volvimos a hablar muchas más veces. Pronto nos intercambiamos poesías. Él me dejó su obra publicada en la revista literaria Mirall de Glaç y al leerla, recuerdo que me pareció la poesía de una persona triste y atormentada, cosa que no  era en la realidad. Me impactó la referencia angustiosa que hacía a menudo de la muerte y su relación con el mar como el lugar donde nacen y se desvanecen los sueños.

A mi me daba cierto reparo dejarle mis obras, ya que eran mas intimistas y sencillas, pero finalmente se las dejé y así fue como compartimos nuestra afición por la poesía que duró todo aquel curso del 1980-81, un curso lleno de trabajo, alegría, fiestas, poesía, compañerismo y amistad.

Cuando al año siguiente volvimos de vacaciones y supimos que se había ido a una escuela de Sabadell le echamos de menos. A mi personalmente me quedó un gran vacío, no sólo por el compañero, sinó también por el poeta.

Años después de su trágica muerte, mi mujer, Montserrat, y yo hicimos un viaje por el sur de Portugal y nos acercamos al bonito pueblo de Sagres. Queríamos darle el último adiós al amigo y compañero que Cesc había sido para nosotros. Durante un buen rato nos quedamos en silencio mirando el puerto y los barcos de pesca que estaban anclados en él. Embargados por la emoción, las lágrimas humedecieron nuestros ojos...

 

   

 27/01/08

Adela Bas Martí

  

Conocimos a Cesc Aldea a mediados de los años setenta. Él era muy joven y nosotros ya éramos todos padres y madres de familia. No fue pues una relación de amigos de juventud. Concretamente, con mi hermana Teresa y mi cuñado Josep Planelles, asistíamos a las clases de Catalán nocturnas, que impartía en la Escuela Social del Sr. Artigues.

No hablaré de su obra poética y literaria, en primer lugar porque ya lo han hecho otras personas más cualificadas y entendidas. Y en segundo lugar porque yo puedo decir qué me gusta o no de su obra, como me pasa con muchos cuadros de pintura. Me gustan o no, pero no sé definir el porqué. Dentro de mi ignorancia puede que prefiera un cuadro sin valor para los expertos y pase por alto una gran obra. Por lo tanto no me liaré.

Para mí, la poesía de Cesc es muy triste, me conmueve, me oprime, me turba, pero me emociona y me llega al corazón. Creo que para un joven de su edad es muy seria y preocupada siempre por la muerte, como si ya de alguna manera presintiese su destino. En cambio, cuando nosotros lo tratábamos en clase, era un chico sumamente alegre, muy seguro de si mismo, y con muchas ganas de enseñar y querer hacernos entendedoras todas las virtudes de nuestra lengua.

Tenía madera de maestro, cosa que hoy en día falta bastante. Poseía la gran calidad de saber comunicarse con la gente mayor. Se ponía a tu nivel y se esforzaba tanto para hacernos entender todos los intríngulis de pronombres, adverbios, complementos directos, etc, etc., que las horas nos pasaban volando.

Esta gran vocación, esta dedicación tan plena a sus alumnos te hacía amar más aún nuestra lengua. Nosotros esperábamos con ansia toda la semana para volver a clase. Nunca veía la hora de acabar y éramos siempre nosotros quienes nos íbamos primero, porque debíamos levantarnos temprano. Creo que esta faceta de la enseñanza, que nosotros más conocíamos de Cesc, le habría hecho llegar muy lejos...

Pero la vida es cómo es y se fue como él ya presentía, rodeado por las olas del mar que tanto amaba.

   

14/12/07

Tere Verdaguer

Yo no tuve la suerte de conocer a Cesc personalmente, aunque me habría gustado mucho pero, a través de su hermana Pilar (gran persona), he podido ir conociendo a este gran poeta. Es una lástima haber perdido un poeta como él, quien con su juventud ya nos dejó un gran legado: leer sus poemas me conmueve por su gran capacidad. La primera vez que los leí ya me impresionaron muchísimo y cada vez que los repaso me gustan más.

Pilar: yo quería hacerte un regalo de Navidad y creo que escribir sobre tu querido hermano es el mejor regalo que podía hacerte, porque sé con qué ilusión has creado esta página. Realmente habéis hecho una gran tarea tú y Montse; habéis puesto mucho esfuerzo, amor y horas. Dices que no has hecho nada, pero se ha hecho gracias a tus ganas de hacerlo y con lo que le has aportado a ella. Con todo esto dais a conocer el trabajo extraordinario de Cesc y mucha gente no podría acceder nunca a ello si no fuese por todo esto. Han sido meses de búsqueda y pruebas y, finalmente, ha salido lo que tú querías: UN HOMENAJE A CESC. ¡Se lo merecía!

   

30/10/07

Josep Sanllehí

Me ha gustado mucho leer estas páginas dedicadas a Cesc Aldea. He evocado con nostalgia momentos de una juventud que cada vez queda más lejana y he rescatado del olvido algunos recuerdos de Cesc, pero, sobre todo, me ha sorprendido increíblemente la belleza y la fuerza poética de sus escritos, la mayor parte de los cuales desconocía.

No sé muy bien cuando conocí a Cesc. Supongo que debió ser en els Amics de les Arts o en los alrededores de la Plaça Vella, lugares dónde, en aquella época -hablo quizás de mediados de los años 70- algunos pasábamos muchas horas. Quizás lo conocí porque era amigo de mis amigos. Pienso sobre todo en Jordi Fernàndez o Joan Sellarès. Aun así, no es extraño que me confunda y que esté hablando de algunos años después. No creo que la fidelidad sea demasiado importante en este aspecto.

Con Cesc, no éramos exactamente amigos. No sabría cómo decirlo, pero hay personas con las cuales te relacionas, sintonizas bien e, incluso, sientes un afecto especial, pero no dirías que son amigas tuyas. Supongo que Cesc es uno de estos casos. De él conservo las imágenes persistentes de su rostro, de sonrisa amplia y sincera, que muestra un diente -me parece- un poco roto y de su comportamiento sencillo y jovial, moviendo los brazos con desorden. Y cuando pienso, no sé porque, lo recuerdo con un jersey, color crudo, de estilo irlandés y largas mangas.

No lo he dicho antes, pero es obvio que con Cesc compartíamos edad y, por eso, época. Quizás por esta razón teníamos, y compartíamos también, inquietudes. Recuerdo haber iniciado, paralelamente a tantas otras cosas, unas tertulias o encuentros donde explorábamos formas de compartir el conocimiento. Hablábamos de historia, de filosofía, de literatura, de ciencia y, seguramente, de política. Cuando digo que explorábamos formas de compartir el conocimiento quiero decir que lo poco que sabíamos lo queríamos explicar y que nos lo explicaran. Queríamos aprender, y queríamos hacerlo juntos. Éramos una pandilla, no muy numerosa, y Cesc venía a menudo. Más bien callaba. Escuchaba mucho y preguntaba. Todo parecía maravillarlo, como una criatura descubriendo mundos hasta entonces ignorados. En uno de estos encuentros yo comenté que había leído algo sobre unos talleres de creación literaria en los cuales, de forma colectiva, los participantes aprendían el oficio de escritor. Él se mostró muy interesado y me habló de ellos en más de una ocasión. Quizás la última vez que lo vi me preguntó cómo podría contactar con ellos. No sé si llegué a orientarlo. De todo esto hace veinticinco años, pero todavía conservo el recuerdo. A su lado, ahora, añadiré pequeños pedazos del mundo poético que él creó. Gracias por este regalo.