Me deslizo, entre olores sabidas, contra la epidermis de un cuerpo nevado, expectante, aunque incorporal. (A menudo pierdo el alma en apuestas imposibles. Aventuras allende del círculo).
A veces añoro besos soñolientos al filo de la mañana, otras sueños intemporales a roce de amor. Ambiguo en mi mismo seré bandeado de las memorias estelares. Eclosión y derrota de mi planeta. Abrazo el afecto del amante (a manera de corsario) y despeño sus despojos amputados a las profundidades del piélago –ningún tiburón permanecerá para ser verdugo de una muerte heroica. Seré huida. Viajero a ninguna parte. Efecto desmoronado. Luego amante, corsario y poeta formarán una sola unidad. Protagonista romántico que buscará la literatura en un sendero erróneo.

Sevilla, 1981

 
 

BALADA DEL PIRATA (1981)

Para ser contada, de noche, en la horizontalidad del amor

I)Los dominios de la noche son idóneos para amar
y en ellos me avengo para narrar sueños,
el día –como es sabido- está hecho de otra madera.

 

II) Amigos de viejas canciones marineras,
de maestros de azada y calafates,
de lobos de mar y piratas.
Amorosos de ojos azules ambivalentes,
recuerdan la tonalidad del océano.

 

III) Amar la casta ardida
de los corsarios: adustos, garladores,
deshilachados, de aretes solares.
Hombres como astros, indómitos
en la claridad, fugaces al anochecer.

 

IV) Tienta el céfiro, intangible
en su impulso vehemente,
que zarpa y amarra
siempre en la misma nave,
en el mismo puerto.

 

V) Zarpa la nave hacia nubes
vertidas en rutas preciadas.
Céfiros como pasiones la envuelven
incesantemente, pues reconocen en ella
la fidelidad del hijo y la furtividad
del amante. Nauta de un rumbo
que no guía azar, sino naturaleza.
¿Quién osa, corsario, no amar?
¿Quién osa no aventurarse
con la mujer que plazca?

 

VI) Se agitan nuestras vestiduras a la brisa
mientras las aguas lavan nuestros semblantes,
dándoles un resabio a salobridad.
La nave hiende el océano, mudo
porque admira nuestra entrega
al calor de la noche.

 

VII) Perdernos en tantos mares de amor,
estos amores de los ojos.
Perdernos, por siempre, agujero negro
lejos, donde lo ficticio es otra realidad.
Empaparnos en aguas calmas y termales
donde las playas no son para ser furtivos refugios
sino para acostarnos en un amor cautivo.

 

VIII) Entre abrazos carnales
y fragores que desvelan el recuerdo.
Nostalgias con piel de melocotón,
palabras que te acercan a leyendas
a la vez apócrifas y ciertas,
a imágenes sangrientas.
Bañados de oscuridad,
en la noche de los contrabandistas,
somos nosotros los que buscamos
la osadía de ser protagonistas.

 

IX) Regresaré al fin, agotado de tantas estancias,
para amarte como siempre, siendo espectro,
eludiendo la locura de permanecer.
Regresaré para tenderme, melancólico del sueño,
menesteroso, con el cuerpo desmoronado
entre batallas vehementes,
cerca de álamos y chopos.